Brescia es una ciudad del norte de la región italiana de Lombardía. Un municipio que ronda los 200.000 habitantes, enclavada en el centro de una de las áreas industriales más importantes del pais, con sectores como la maquinaria, la industria textil o la automoción aportando mucho empleo. 

Una ciudad a 149 metros sobre el nivel del mar, cerca de los Alpes.. una ciudad con mucha historia y un atractivo turístico bastante interesante.

Como todas las ciudades, como todos los pueblos, Brescia tiene partes oscuras en su historia, partes como la acontecida un día de Agosto de 1769, donde la caída de un rayo se llevó por delante la vida de alrededor de 3.000 personas… Hoy en Por qué no decirlo, hablamos del rayo de Brescia.

 

 

Nos vamos al 18 de Agosto de 1769 … aquel día, un rayo cayó en la Torre de San Nazario. ¿cómo puede la caída de un rayo causar la muerte de 3.000 personas?..  en la iglesia se guardaban casi 100 toneladas de pólvora que explotaron en el acto. La explosión fué brutal. La torre quedó destruida inmediatamente, además de todos los alrededores. Rápidamente, una sexta parte de la ciudad se incendió y quedó reducida a escombros.

Las crónicas de la época hablan de cómo la explosión lanzó cascotes y piedras a más de un kilómetro de distancia. Todos los cristales de las ventanas de la ciudad, saltaron en pedazos por la potencia de la onda expansiva.

Desde luego, nadie pudo predecir las terribles consecuencias que el impacto del rayo iba a tener, y la rápidez con la que se produjo la detonación de esa enorme cantidad de pólvora..

¿Quien guardaba 100 toneladas de pólvora en una iglesia?

Pues aunque parezca extraño, en la época era común utilizar las iglesias con tal fin, y así lo hizo la Republica de Venecia con esta en concreto.. se tenía la creencia, rápidamente desmontada con este acontecimiento, de que las campanas evitaban los rayos.. cuando, como todos podéis suponer, ocurre más bien al contrario.

Se dice que el rayo de Brescia cambió para siempre la ciudad, pero también cambió otras cosas, la más importante, romper con tabúes anteriores y empezar a utilizar de manera común los pararrayos en torres, iglesias, y edificios de cierta altura.

Hagamos un poco de historia

Muchos de vosotros sabréis que Benjamin Franklin empezó sus experimentos sobre la electricidad en 1747, convencido de que las tormentas eran fenómenos eléctricos,  allá por 1952, el estadounidense en su obra Experimentos y Observaciones sobre electricidad, sentó las bases de la famosa prueba que hizo un día de tormenta con una cometa. Dicen que la ignorancia es atrevida, y el bueno de Franklin el 15 de Junio de aquel 1952 culminó con éxito el experimento que abrió el camino para inventar el pararrayos..  Ese día hubo una tormenta y Franklin agarró la cometa y salió al campo. A través del hilo de seda la electricidad llegaba a una llave metálica que puso en el extremo del hilo. Así que tuvo claro que si el rayo salía de las nubes y en su camino a la tierra encontraba un conducto metálico en el que meterse, se quedaba ahí. De esta forma logró domesticar lo que él llamaba el «fuego eléctrico».

Quizás habría que hacer aunque fuera un rápido recordatorio al checho Prokov Divis, al que la comunidad científica atribuye igualmente la paternidad del pararrayos en sus trabajos realizados en paralelo a los de Franklin, pero ..

.. quedó demostrado entonces como las nubes estaban cargadas de electricidad, y los rayos eran pulsos electromagnéticos que saltaban de un polo positivo a uno negativo..

Posteriormente, Franklin empezó a difundir por Estados Unidos el invento del pararrayos, que vendía el hecho de que era capaz de canalizar los efectos nocivos de los rayos hacia tierra. Rápidamente consiguió su reconocimiento y se propagó por su país.. en 1753 ya empezaron a instalarse lo primeros, que eran inicialmente barras metálicas de entre 5 y 10 metros de longitud con una punta de cobre o platino, y se expandieron por cualquier edificio alto del pais.

Sin embargo en Europa… ¿qué pasaba aquí en Europa?.. ¿Por qué en 1769 en Europa no había pararrayos en lo alto de las Iglesias? ¿Por qué no lo había ese año en Brescia y ocurrió la catástrofe que antes contábamos?

Con la iglesia hemos topado, amigo Sancho!, al parecer, aunque no era una norma “oficial” eclesiástica, la iglesia no comulgaba con los pararrayos!!

De hecho, al parecer la mayoría de los clérigos que había en las iglesias en aquella época hacía repicar las campanas cuando venía una tormenta con la finalidad de ahuyentar a los demonios. Según las viejas tesis del clero se atribuía a los demonios la formación de los fenómenos meteorológicos adversos … lo que ahora conocemos como gota fría, ciclogénesis explosiva,  tifones, huracanes, tormentas perfectas o alertas de distintos colores en aquella época lo resumían rápido: demonios.

 

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