El ser humano es, en general, bastante cortoplacista. Creo que lo somos así desde los tiempos en los que no había más futuro que terminar la jornada vivo y conseguir algo de comer.

Somos cortoplacistas porque por mucha evolución que llevemos encima, y por muchos adelantos tecnológicos de los que presumamos, vemos cómo nos la trae fresca que les ocurrirá a las generaciones venideras con nuestros actos presentes, en qué acabaremos convirtiendo este planeta, o en qué derivarán ciertas actitudes o comportamientos de nuestra sociedad… nos da igual, en general, todo.. y mucho más a la clase política, con un cortoplacismo marcado por la visita regular a las urnas… y mucho más a la clase financiera, con un cortoplacismo marcado por los beneficios rápidos y conseguidos de cualquier manera..

El cortoplacismo acaba convirtiéndose en el culpable de muchos acontecimientos.. el no mirar más allá, el no tener precauciones, el no adoptar medidas de seguridad de cara a un futuro, mirar para otro lado mientras todo funciona aparentemente bien…

Hoy, en Por qué no Decirlo, nos vamos hasta el año 1984, hasta la ciudad india de Bhopal.

Hablaremos de cómo la zona se convirtió en un auténtico infierno.. químicamente mortal, que según muchas fuentes mató a casi 25.000 personas y afectó de manera más o menos grave a medio millón. Un auténtico desastre, un auténtico horror…

 

 

 

Empezamos el podcast de hoy con un testimonio recogido por el periodista Alys Francis para la BBC.

La noche del 2 de diciembre de 1984, Lakshmi Thakur estaba poniendo a sus hijos en la cama cuando sus ojos le empezaron a escocer.

Salió fuera, pensando que un vecino estaba friendo chiles, y se encontró con gente corriendo presa del pánico tapándose la cara.

Alguien le dijo que acababa de producirse un accidente en la planta de pesticidas de Union Carbide, situada detrás de su casa, en Bophal, en el estado indio de Madhya Pradesh.

La quemazón en los ojos no provenía de la cocina de un vecino, sino del gas que se estaba fugando de la planta.

Lakshmi reunió a su familia y huyó hacia una parada de autobús al lado de la fábrica. De camino, uno de sus hijos empezó a vomitar y otro se dobló de pronto con diarrea.

Su hija, de 20 años, no llegó viva a la mañana siguiente.
Más de 35 años después, Lakshmi es una de los miles de sobrevivientes que sufren problemas crónicos de salud y se enfrentan a facturas médicas devastadoras.

La madrugada del 3 de diciembre de 1984 una nube toxica invadió la capital del estado de Madhya Pradesh, en el centro del país.

La fábrica de pesticidas de la empresa estadounidense Union Carbide sufrió un escape de gas mortal que se llevó la vida de prácticamente todo aquel que encontraba a su paso. Mucha gente estaba durmiendo a esa hora y no tuvo tiempo de escapar… sigue siendo la peor “catástrofe industrial” de la historia, y mira que ya llevamos unas cuantas.

El foco de esta historia lo encontramos en una fábrica de plaguicidas y pesticidas propiedad de un 51% de la compañía estadounidense Union Carbide (parte de cuyos activos fueron posteriormente adquiridos por Dow Chemical) y del restante 49 %, del gobierno de la India.

Esta fábrica se sitúa en La ciudad de Bhopal, considerada como «la Bagdad de la India», es la capital del estado de Madhýa Pradesh, uno de los más pobres de la India.
Haciendo un poco de historia, en la década de los años sesenta, India era un mercado potencial de 400 millones de campesinos. El gobierno de este país tenía intención de aumentar el rendimiento de la producción agrícola y los plaguicidas eran parte fundamental de este objetivo. Establecer una fábrica de pesticidas en la India ofrecía una doble ventaja: abastecer rápidamente a la demanda y contribuir al desarrollo tecnológico y económico de la nación. Es así como Union Carbide se introduce en el mercado indio, construyendo en 1967 una pequeña fábrica en Bhopal.

La buena acogida del producto hace necesario incrementar la producción, lo cual anima a la multinacional americana con el apoyo del gobierno indio a ampliar considerablemente las instalaciones de Bhopal, que llegaría a ocupar 7 hectáreas de terreno.
En 1975 culminan los trabajos de ampliación de la planta, pero hasta 1980 no empieza a producir el isocianato de metilo… el producto que sembraría la muerte en la zona pocos años después.

Digamos que las buenas expectativas y el aumento en el tamaño de la fábrica y de su producción empezaron a sufrir un serio revés cuando la perseverancia de un período seco arruina las cosechas de numerosos campesinos desde finales de la década de los 70… un proceso que lleva a que durante 1982 la empresa dejara de vender 2.308 toneladas, lo que significa menos de la mitad de su capacidad de producción.

Con el paso de los años, la filial continúa acumulando pérdidas, hasta que la situación se torna tan insostenible que la empresa matriz se ve obligada a reducir los costes de la fábrica de Bhopal y a diseñar un plan de viabilidad… el plan de viabilidad que se apunta como culpable del mayor desastre químico de la historia..

¿Qué cosas formaron parte del plan de viabilidad?

La regulación de empleo, como primera medida prevista para superar la crisis, supuso una reducción progresiva de los puestos de trabajo. Más de la mitad de los empleados son despedidos y en mayor proporción los técnicos y obreros especializados, con contratos más elevados. Sus funciones son asignadas a obreros no especializados y con poco o ningún conocimiento de química y seguridad. Por otro lado, se plantea la reducción de los costes de mantenimiento de las instalaciones con el consiguiente recorte en el presupuesto para la compra de material. Con ello disminuye la calidad de los elementos, aumentando al mismo tiempo su período de explotación hasta su aprovechamiento máximo, en detrimento de la seguridad..
se empezó a forjar poco a poco, la tragedia..

En casi todas estas históricas catástrofes siempre acaba habiendo un denominador común.. pasan los años, pasan las décadas, y las responsabilidades se diluyen, las investigaciones se atascan, las verdaderas causas de lo ocurrido quedan en un permanente estado de incertidumbre, los culpables siguen sin nombre ni apellidos..

 

 

Era un 3 de diciembre de 1984; sólo había transcurrido una media hora desde medianoche.

Una noche en la que distintas circunstancias hicieron que el ambiente fuera algo más bullicioso y festivo en la ciudad de Bhopal.. por una parte, muchas familias habían elegido esa noche por sus buenos augurios para celebrar los esponsales de sus hijos y además coincidía con la celebración de un importante concurso poético al que acudieron muchas personas procedentes de toda la región e incluso de lugares más lejanos.

Por este motivo, toda la ciudad estaba engalanada y mucha gente disfrutaba de la noche fuera de su hogar. Más de un millón de personas se hallaban en Bhopal aquel fatídico día.

La fábrica de Bhopal estaba parada… si, tal cual. La fábrica no registraba actividad. Uno de los escasos movimientos era el de unos obreros que realizaban tareas de limpieza muy básicas en distintas zonas y tuberías de la planta.

Fuera de las instalaciones y pegadas a sus muros dormían miles de personas en chabolas, organizadas en populosos barrios peligrosamente próximos.

A pesar de que a lo largo de años muchos habían advertido el peligro que podía entrañar esas viviendas tan cerca de la planta química, las autoridades civiles no habían tenido la valentía política de reubicarlos en otro lugar sino que, por el contrario, les habían concedido escrituras de propiedad de los terrenos donde se asentaban. Era mucho más fácil, como ocurre en tantas ocasiones en la vida.. “dejar las cosas como están”..

En el interior de los muros de la fábrica continuaban las maniobras de limpieza, sin tomar las debidas medidas preventivas. El agua inyectada en las tuberías de Isocianato de Metilo circulaba con fuerza arrastrando impurezas adosadas a las paredes del tubo así como cristales de Cloruro de Sodio y restos metálicos.

¿Cuál fue la imprudencia o bien el desconocimiento?

Recordamos cómo los recortes habían afectado seriamente a la cualificación profesional y a la formación del personal que trabajaba en la fábrica … En este caso, la imprudencia fue que los operarios habían ignorado la precaución de estancar el conducto con el empleo de unos discos especiales y el agua junto con los desechos arrancados se filtraron al interior de otras cisternas con distintos productos químicos..

… estoy simplificando mucho la narración de este hecho, pero no quiero despistaros demasiado enunciando cada uno de estos compuestos químicos ni dando datos técnicos que son difíciles de digerir en formato audio..

El caso es que el agua que los trabajadores empleaban para limpiar las tuberías, los cristales de cloruro de sodio y otros restos metálicos en contacto con los productos de las otras cisternas provocaron una violenta reacción del líquido, que pasó rápidamente al estado gaseoso con un gran desprendimiento de calor.

En cuestión de segundos, la presión en el interior de las cisternas pasa de 0,4 a 10,8 kilogramos por centímetro. El acero de alta resistencia con que está construida la cisterna aguanta bien la presión, pero el gas intenta buscar salida por alguna parte y la encuentra en las válvulas de seguridad, que estallan por efecto de la sobrepresión. A partir de entonces la fuga tóxica es inevitable.

Dos altas columnas de gas, a modo de géisers, se proyectan hacia el cielo de Bhopal. Los bomberos de la fábrica son incapaces de abatir la nube con agua pulverizada, ya que el chorro de las mangueras no cobra suficiente altura, y los sistemas de seguridad de la fábrica están apagados o inutilizados.

Ya no había vuelta atrás.. el remedio a esas alturas era casi imposible.

Sin posibilidad de hacer nada, la nube tóxica se va haciendo cada vez mayor y un ligero viento del norte la impulsa en dirección contraria, hacia el sur… hacia la ciudad.
Shekil Qureshi, supervisor del turno de noche, ordena la evacuación general de la fábrica en la dirección contraria al viento y ninguno de los empleados, salvo él mismo, resulta afectado por la emanación de los gases.

Debido al aumento de temperatura y la violenta reacción química producida en este proceso, se empiezan a producir varios gases muy tóxicos e incluso letales: Fosgeno, Monometilamina y Acido Cianhídrico (cianuro). Todos ellos tienen una densidad superior a la del aire, por lo que se mantienen prácticamente a nivel del suelo.

El viento empuja suavemente esta nube tóxica y la dirige hacia el sur, hacia los barrios de chabolas, la estación de ferrocarril, una fábrica de cartonaje, la estación de autobuses, la central eléctrica y la ciudad vieja de Bhopal; según algunos medios de comunicación, la nube sobrevoló unos 40 kms² de la ciudad. De inmediato sucumben a centenares las especies animales: gatos, perros, vacas, búfalos. En cuanto a las personas, los primeros en morir son los habitantes más imposibilitados: ancianos, inválidos y niños.

Las calles de Bhopal se cubrieron de cadáveres y de personas desesperadas por huir, intentando respirar. Uno de los gases más letales liberados en el accidente fue el ácido cianhídrico; el cianuro bloquea de forma inmediata la acción de las enzimas que transportan el oxígeno hasta el cerebro, provocando la muerte por insuficiencia respiratoria. Las personas cayeron fulminadas y así se puede observar en imágenes grabadas de la época, con las calles verdaderamente alfombradas de cuerpos sin vida.

En la conferencia de prensa convocada por Union Carbide en Danbury (Conneticut), Jackson Browning, Responsable de Seguridad e Higiene de la multinacional, agregó que la fábrica de pesticidas sería reabierta una vez que las causas del escape de gas fueran precisadas con exactitud. Pero, nada más lejos de la realidad; la fábrica jamás sería reabierta, entre otras cosas, por la firme oposición del gobierno indio tras el accidente.

Como primera medida legal, las fuerzas de seguridad arrestan a seis altos directivos de la fábrica de Bhopal, entre ellas a su Director, el Presidente de Union Carbide India Ltd., y al Director General de esta filial. Cinco días más tarde también es arrestado su Presidente, Warren Anderson, que había viajado hasta la India para comprobar la magnitud de la catástrofe. Anderson, debido a las presiones diplomáticas y al temor a provocar un conflicto político internacional, es puesto en libertad a las pocas horas bajo una ridícula fianza de 25.000 rupias, es decir, 70.000 pesetas. A todos ellos se les acusa de homicidio por negligencia, homicidio involuntario, responsabilidad solidaria y otros delitos que suman más de siete en total.

Poco después de producirse la fuga tóxica, las autoridades ordenaron precintar las instalaciones de la fábrica y la policía se incauta de los archivos administrativos de la planta.
Rápidamente se van conociendo algunos detalles que propiciaron la tragedia. En las conferencias de prensa de Danbury, Union Carbide reconoce que la fábrica de Bhopal no contaba con las sofisticadas medidas de seguridad de su homóloga de Virginia.

También sale a la luz pública que las labores de limpieza causantes del fatal accidente la llevó a cabo personal sin calificar, en ausencia de los responsables técnicos. La responsabilidad del accidente quedó claro desde el primer momento.

Se estima que entre 6.000 y 8.000 personas murieron en la primera semana tras el escape tóxico y que más de 12.000 fallecieron posteriormente como consecuencia directa de la catástrofe, que afectó a más de 600.000 personas, 150.000 de las cuales sufrieron graves secuelas. Además, perecieron también miles de cabezas de ganado y animales domésticos. Todo el entorno del lugar del accidente quedó seriamente contaminado por sustancias tóxicas y metales pesados que tardarán muchos años en desaparecer.

La planta química fue abandonada tras el accidente.

Union Carbide llegó a un acuerdo con el Estado indio y pagó 470 millones de dólares por los daños y perjuicios causados, los cuales fueron insuficientes porque el Estado asiático se quedó una parte y lo que quedaba apenas se ha podido utilizar para cubrir gastos médicos de unos pocos de los enfermos.

El 7 de junio de 1999, el tribunal indio que juzgaba este desastre condenó a ocho directivos de la empresa a dos años de prisión y a abonar 600.000 rupias ( 8.900 euros) a la delegación de la empresa en India.

En recuerdo de esta tragedia, se conmemora en todo el mundo cada 3 de diciembre el Día Mundial del No Uso de Plaguicidas.

 

 

 

 

 

podcast el hombre que descolgó el retrato de Hitlerpodcast la vida a la fuga