Isabel Barreto … una mujer quizás un poco fuera de lugar en el siglo XVI que le tocó vivir..
Fue la primera mujer almirante de la historia, y la primera mujer al frente de una expedición naval durante aquellos viajes de descubrimiento y conquista.

Fue marquesa, y encabezó una expedición que navegó unas 3.600 leguas marinas, alrededor de 20.000 kilómetros, la mayor distancia recorrida por naves españolas en el siglo XVI. Atravesó por entero el Océano Pacífico y fue la primera en cruzar ese océano por el hemisferio sur. Y descubrió las islas Marquesas, un archipiélago de la Polinesia.

Pese a todo esto, la vida de Isabel Barreto ha caído en buena parte en el olvido, sigue siendo una vida llena de luces y sombras, incluso, como veremos, con muchas partes desconocidas. Una gran aventurera, una mujer adelantada a su tiempo, pero también una mujer acusada de ser extremadamente cruel con sus súbditos, con los que se enrolaron en su expedición, con los nativos que encontraba en sus rutas.

La vida de la Reina de los Mares, la vida de Isabel Barreto.

 

Isabel de Barreto había nacido en el seno de una familia noble de Pontevedra hacia 1567.. insistimos en el hecho de que partes de su biografía no están al 100% claros.. Su padre, Fernando de Barreto había sido gobernador de las Indias portuguesas e Isabel, que sabía leer y escribir, devoraba con fascinación desde muy pequeña sus libros de navegación y las aventuras de los viajeros y conquistadores que se lanzaban al descubrimiento de los lugares más remotos del globo.

Para leer aquellos libros, Doña Isabel debía dominar el latín, que era la lengua de divulgación de la ciencia, y no le resultaban desconocidos los mapas cartográficos, ni la cosmología, ni los conocimientos geográficos que se manejaba por entonces.

Isabel viajó a Perú a la tierna edad de 18 años y allí conoció al que sería su marido y compañero de andanzas, don Álvaro de Mendaña, el famoso aventurero, 25 años mayor que ella – pero aún fornido y saludable – que había descubierto las Islas Salomón.

En efecto, algunos años antes de conocer a la que sería su esposa, don Álvaro de Mendaña había partido al mando de una expedición para explorar el sur del Pacífico donde los incas hablaban de la existencia de islas tan repletas de oro que los españoles ya las comparaban con la Tierra de Ofir, donde estaban las islas del rey Salomón.

Bueno, pues muchos años después, y ya con su esposa Isabel, en su segunda expedición, don Álvaro de Mendaña contaría con cuatro navíos y más de 400 personas, entre ellas un avezado hombre de armas, Pedro Marino Manrique – más inclinado a tirar de espada que al parlamento – con la misión de proteger al grupo y dominar a los belicosos indígenas.

La expedición parte de Lima, en Perú, en junio de 1595…
.. algunos datos sobre el inicio de la expedición..

En total iban embodegadas 1.800 botijas de agua,
el número de viajeros fue de 378 personas de las cuales había 280 aptas para tomar las armas.
Mendaña pidió que se hicieran cartas de navegar, una para él, otras
para los demás pilotos, éstas sólo debían señalar tierra peruana ,desde Arica
hasta Paita cuya longitud fuera nada más que de 1.500 leguas más allá del
Perú, pues se suponía que las Salomón se encontraban 1.450 leguas.

El comienzo de la navegación debió ser alegre y con expectación, no olvidemos que la principal idea de los navegantes era lanzarse en pos de nuevos horizontes.

 

La historia de Isabel de Bareto

 

El primer descubrimiento de la expedición son las Islas Marquesas, que bautizaron como Islas Marquesas de Mendoza en honor a la virreina.

Tal y como hiciera en su primer viaje, Mendaña quiso entablar relaciones pacíficas con los indígenas, pero aquella expedición era mucho más huraña y pendenciera que la primera y a la más mínima confusión, sus acercamientos terminaban en una batalla abierta con las tribus.

En este caso, en estas primeras islas, Don Alvaro saltó a tierra con su mujer y la mayor parte de la gente para oír la primera misa, luego el general, en nombre de Su Majestad. Tomó posesión de las cuatro islas, paseó por ellas, sembró maíz… pero hubo hostilidades y a la mínima la tensión con los nativos saltaba y se desencadenaban conflictos.

Mendaña reprochó a uno de sus oficiales, de nombre Marino, su carácter violento y la relación entre ellos se enrareció hasta el punto de llegar en alguna ocasión a las manos, la cosa empezaba a enturbiarse.

Aquella bicefalia no era buena para una expedición en tierras tan remotas y hostiles, donde era necesaria una fuerte jerarquía, de modo que Mendaña, aconsejado por su mujer, se decidió a dar muerte al alborotador.

Como Marino también tenía sus partidarios, se desató una batalla campal entre los más leales de uno y otro bando hasta que Mendaña y sus hombres ajusticiaron a los traidores y restablecieron el orden, si bien aquella escaramuza no otorgó mayor autoridad al almirante, sino más bien lo contrario: removió las voces discordantes entre la marinería, que empezaba a dudar de que aquel hombre recordase el camino hacia las Salomón después de 25 años.

Por otra parte, la situación que podemos llamar «sanitaria» de los españoles va de mal en peor

Muchos se encuentran enfermos, el capellán Antonio Serpa muere, y en esta difícil tesitura se encontraba la expedición cuando don Álvaro cae enfermo de malaria y muere a los pocos días.

Antes de expirar, viéndose ya imposibilitado, el almirante llamó a sus leales, entre ellos el piloto mayor, Fernández de Quirós, y transfirió el mando a su esposa, que se convertía de hecho en la almiranta y adelantada de aquellos mares.

De esta manera, Isabel de Barreto empezaba a formar parte de la historia como la primera mujer almiranta de la historia.

Entrando en el terreno de las suposiciones, ¿imagináis el ambiente enrarecido de aquella expedición?. Luchas internas, muertes violentas, una tripulación que dudaba de que la cosa llegara a buen puerto, dudas, y más dudas..

Y en estas, se les presenta a aquella tropa en pleno siglo XVI, una mujer como almiranta al frente de todo. Ya os digo, como poco el ambiente debía estar enrarecido.

Primera pequeña fricción como almiranta.

La primera orden por su parte fue coser el cuerpo de su marido y guardarlo en una caja para enterrarlo cristianamente en la primera isla que encontrasen, orden obedecida por sus hombres a pesar de la costumbre marinera de lanzar el cuerpo al mar en estos casos. Doña Isabel se convirtió de esta manera en heredera universal de su difunto esposo, marquesa de las islas del Mar del Sur y gobernadora de las mismas. Su autoridad inicialmente también la compartirá con su hermano Lorenzo, que también formaba parte de la expedición y que se convierte en el nuevo general; pero éste morirá también poco después y será enterrado cerca de su cuñado. Aquí ya nos encontramos en el mes de Noviembre de 1595. Os recuerdo que la expedición partió de Lima en el mes de Junio.

En estas que en esas circunstancias empezaron a encontrarse con un ambiente distinto, el mar espeso y una fina lluvia viscosa y caliente que caía sobre la cubierta… La zona era volcánica y la tripulación pensó que algún volcán podía estar entrando en erupción, por lo que la almiranta ordenó poner rumbo al océano para evitar cuanto antes los arrecifes de coral que bordeaban la costa. Pronto se formó una ola formidable frente a ellos, un auténtico tsunami de varios metros que amenazaba con engullirles para siempre.

Muy rápidamente, aquello parecía la viva imagen del infierno… Bajo el barco, el mar embravecido y a su alrededor, el cielo enrojecía y caía sobre ellos ceniza encendida. La actividad volcánica había creado un maremoto y la expedición consiguió salir a duras penas indemne gracias a la pericia de su piloto, que sin haber visto jamás volcanes ni maremotos, tuvo la intuición suficiente como para salvar el barco.

Después de que muchos ya hubieran rezado todas las oraciones que se sabían, otros se las inventaran, y la mayoría se viera ya camino del purgatorio.. el salir vivos de la situación reforzó el liderazgo de la almiranta .. aunque los desperfectos eran muchos y la moral, en general, baja.

Llevaban más de 900 leguas de camino, naves en malísimo estado, peligrosísimos arrecifes, aguas y vientos imprevisibles. Entrando ya en el mes de diciembre, en el otro hemisferio, los días se tornan calurosos, las noches frías, no hay casi comida, el agua es sucia, y hablan de cómo los marineros se encuentran en un estado de debilidad tal que les resulta casi imposible cargar los cadáveres para lanzarlos al mar.

Sin embargo, lo único que puede quedar claro revisando todas las fuentes es que Isabel de Barreto era una mujer con personalidad y carácter.

¿Por qué? pues porque una parte importante de la tripulación quería dar media vuelta y regresar a Perú y se erigió entre ellos un marinero llamado Medina de aspecto y caracter bastante poco sofisticado que se atrevió a dirigirse cara a cara a la almiranta. Por lo visto, lo hizo con bastante descortesía y exigiendo el regreso inmediato. Ante tal muestra de desprecio, Isabel de Barreto,  que no llegaba a los 25 años, ordenó que colgaran al hombre de la verga mayor y lo mantuvo allí durante un día completo antes de arrojarlo al mar. Algo que a su corta edad ya tenía claro es que si toleraba faltas de respeto su autoridad quedaba mermada y su vida corría serio peligro.

Doña Isabel estaba empeñada en encontrar las islas Salomón y ordenó a su piloto encaminarse hacia ellas. Claro, nosotros ya estamos acostumbrados a google maps y a sistemas muy sofisticados y precisos por GPS, pero en aquella época, en el siglo XVI la cosa era distinta. Nadie sabía con certeza dónde estaban y ni siquiera su fallecido marido había dado muestras de recordarlo con claridad.

Asi que imaginaros, ¿dónde nos encaminamos Doña Isabel? .. pues sabían que el rumbo era hacia el sur y sin saberlo, pasaron cerca de las islas que tan afanosamente buscaban, aunque nunca lo sabrían.

No llegaron a las Islas Salomon, pasaron cerca, pero en el camino, hicieron escala en otra isla que bautizaron como Espíritu Santo y que hoy se conoce como Nuevas Hébridas. Allí encontraron agua y animales, así como huesos humanos que parecían restos de un banquete y un desagradable botín de cabezas disecadas y reducidas.

Cuando deshacían el camino rumbo al barco, los españoles conocieron a sus caníbales anfitriones, que alcanzaron a uno de los hombres con un dardo envenenado. Todo el mundo, viendo cómo se las gastaban los caníbales, quería poner pies en polvorosa y dejar esa isla bien lejos. Pero a Isabel de Barreto nadie le tocaba las narices, ni tan siquiera aquellos aficionados a la taxidermia humana. Así que, decidió hacer noche y vengar la vida de aquel pobre marinero que no había hecho más que coger un poco de agua y un cerdo salvaje, sin haber levantado un brazo contra aquellos salvajes que justificase su muerte.

Vestida con las ropas de su marido, doña Isabel encabezó la hilera de hombres que regresaban al poblado en silencio y con los aceros desenvainados. Sin ser detectados cayeron por sorpresa sobre los indígenas dando muerte a la mayoría de ellos y haciendo desaparecer su poblado pasto de las llamas.

Está claro que con acciones como esa, la almiranta iba ganándose a la tripulación y cogía credibilidad y apoyo

Sin embargo, la expedición seguía yendo de mal en peor.

Las reservas de comida se pudrían en las bodegas, donde las ratas campaban a sus anchas, el agua escaseaba y las tormentas dejaban paso a una calma chicha que se prolongaba durante días. La capitana estaba ya convencida de que debía poner fin a la búsqueda de las Salomón y poner a salvo a sus hombres en Filipinas, pero ni siquiera aquella ruta conocida era fácil de encontrar, perdidos como estaban en el sur del Pacífico.

Vamos a abrir un pequeño paréntesis, solo para intentar hacernos a la idea de cómo podría llegar a ser la vida, el día a día, en una de estas expediciones. El escritor de la época Eugenio de Salazar en una obra que se dió a llamar “La mar descrita por los mareados” nos lo describía perfectamente…

«Hay aposentos tan cerrados, oscuros y olorosos, que parecen bóvedas
carneros de difuntos (tumbas)…
Tienen estos aposentos las puertas en el suelo,
que se llaman escotillas o escotillones; porque, como son los aposentos, pare cen senos de infierno -si no lo son- es cosa cuadrante que las puertas entradas estén en el suelo, de manera que se entren hundiendo los que allí entraren. (…)

Los hombres allí dentro parecen pollos capones que se lleva vender en gallineros de red y esparto. (…) Hay ríos caudales, no de dulces corrientes cristalinas, sino de espesísima suciedad, no llenos de grano de oro, sino de granso de aljófar más que común, de grandes piojos. (…)
.. cucarachas en grande abundancia, de montería de ratones, que muchos de ellos resisten los monteros como jabalíes. (…)
Por fuera negra, por dentro negrísima: suelos negrales, paredes negrunas … en resolución es tal que desde el bauprés la contramesana, de la roda al codaste del un bordo al otro no hay en ella cosa que buena sea ni bien parezca; mas, en fin, es un mal necesario… “

La expedición de Isabel de Bareto

 

Por fin una tarde, ya en Enero de 1596, arribaron en una isla donde todos sus habitantes eran pacíficos y pudieron saber que estaban más cerca de su destino de lo que pensaban.

Los españoles supieron que el cabo que tenían enfrente era el Espíritu Santo y el puerto de detrás, la bahía de Cobos. Todos se arrodillaron y dieron gracias a Dios por aquel descubrimiento.

En aquellas islas habitadas pueden pedir los indios cocos y fruta, pueden llenar la despensa de la expedición, y pueden abastecerse de agua. Parecía que todo empezaba a mejorar, pero aún quedaban días duros.

El 29 de enero se puso rumbo Manila. La travesía fue corta pero Isabel no quiere desprenderse de los víveres que sobran en su despensa, su oficial Quirós se lo echó en cara pero, al parecer, la contestación de Isabel fue bastante egoísta: «la expedición la había costado muy cara y ella no toleraba intervención en sus intereses» … ¿miedo, egoísmo locura? no lo sabremos nunca, ya comentamos que hay partes de la biografía de Isabel de Barreto que mencionan ese carácter a veces mezquino.

 

Sin embargo Quirós es tozudo, sigue exigiendo un reparto justo

Para ello se enfrenta con Isabel y le hace ver que ella ha dado mucho pero que también han sido muchos los muertos, muchos los que sufren en la expedición. Isabel, se ve obligada abrir su despensa y por fin la marinería goza de un buen almuerzo en mucho tiempo.

El 11 de Febrero de 1596 avistaron Manila. Sólo la nave capitana, la San Gerónimo, entró en el puerto de Manila guiada milagrosamente por Pedro Fernández de Quirós. Apenas se mantenía a flote y las velas estaban tan hechas jirones que apenas se sostenían en las vergas. Toda la población de Manila deseaba ver a aquella joven que había hecho la hazaña de navegar los mares del sur como almiranta de una escuadra de su majestad.

Las crónicas de la época, no sabemos en qué proporción dotando al asunto de heroicidad y romanticismo hablaban de como Doña Isabel bajó del barco espléndida, con la mirada altiva y serena, a pesar del hambre y las penurias. Parecía una reina entre aquella tripulación cochambrosa. Al contrario que su tropa, la almiranta se había bañado a diario y aquella limpieza le había mantenido a salvo de enfermedades e infecciones.
Todo debió ser revuelo en las islas Filipinas. Se decía que el barco venía de las Salomón (aunque sabemos que pasaron cerca no llegaron ni a ver estas islas). A Isabel comenzaron a llamarla también la «Reina de Saba», nombre que perduraría con el tiempo.

Es fácil imaginar que si hoy la hazaña de esta mujer nos llena de estupor, entonces debió ser más impresionante. Isabel fue agasajada en Manila junto con la tripulación.

El piloto mayor redactó un informe diciendo los motivos por los que, su juicio, no
pudo llevarse buen fin la expedición:

motivo 1. Por la imperfección de los instrumentos y el desconocimiento que de la
circunferencia de la tierra se tenía.

motivo 2. Si Mendaña conocía la verdadera situación de las Islas Salomon
no quiso revelarla antes de salir, por temor asustar la gente ante la distancia,
tal vez, dudando de arribar ellas.

motivo 3. Que un tal Gallego, el único técnico de la expedición que con Mendaña descubrió las islas Salomón en 1567, hubiese engañado a Quirós, para no desembarcar allí y así no pudieran rescatar el oro de Guadalcanal.

 

Y este podría ser buen final, pero Pero Isabel tenía sangre aventurera, su vida no terminaría aquí.

En Manila conocerá a Fernando de Castro, con el que se casará en noviembre de 1596 y junto con su nuevo esposo, decidirá terminar la obra emprendida por Mendaña, intentan montar otra exposición y regresar por fin a las Islas Salomon.
Sin embargo, no lograron el permiso del Rey y tiempo después regresa a Perú, donde su nuevo marido Fernando ha sido nombrado Gobernador.

Tiempo después se enterarán de que su fiel Quirós ha obtenido una real cédula por la que se le concede el permiso para colonizar las Salomón. La Reina de Saba verá como Quirós parte sin ella hacia estas Islas.

Tras esta gran desilusión, dicen que los últimos días de esta mujer fuerte, activa valerosa son, por tanto, tranquilos hasta su muerte en 1612, será enterrada definitivamente en el convento de Santa Clara de Lima.

Terminamos echando mano de otra crónica de principios del siglo XVII que hablaba de Isabel de Barreto en estos términos:

Siendo Isabel una mujer que vive en los albores de la edad moderna, su
tiempo aún lleva el peso de la mentalidad medieval, en la que se concibe la
independencia del proceder femenino. Isabel fue pionera abanderada de la
mujer responsable, de convicciones de temple. Fue una verdadera mujer
marinera.

Isabel Barreto Castro es» único Adelantado del océano de sexo femenino que menciona la historia »

 

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