Hemos crecido en una sociedad en la que se nos han reforzado continuamente ideas como “tu opinión cuenta”, “tu opinión es importante”, “tienes derecho a opinar”… Eso, sobre todo desde el auge de internet y las redes sociales, nos ha llevado a navegar a diario en un mar de despropósitos y tonterías que nos aparecen por todas partes.

Me remito a complementar el contenido de esta introducción con mi anterior podcast titulado “los ovejos y los barbechos sociales”.. ahí lo dejo.

 

Anticipo que en este nuevo rato no me pongo a favor ni en contra de los opinadores profesionales.

Respeto todas las opiniones, como debe ser. Simplemente busco que todos, incluyéndome a mí, hagamos a veces un ejercicio de reflexión y nos contentamos. Yo soy el primero que he de autocontrolarme, que he de morderme la lengua ante la avalancha actual de informaciones, desinformaciones, bulos, inventos, ,opiniones sesgadas, medias verdades, sentencias de ignorantes y pensamientos hipócritas.

Ante esa avalancha, creo que cada uno debemos intentar que la cordura tenga más visibilidad… ¿sé de lo que hablo? ¿aporta algo lo que yo diga? ¿va a cambiar algo mi opinión?.. y la pregunta que da título al podcast :

¿necesita el mundo conocer mi opinión?.

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Me parece muy coherente el enfoque que el filósofo Patrick Strokes aporta sobre el asunto.

Según Strokes, el problema con la idea de que “tengo derecho a opinar” es que a menudo se utiliza como un refugio para creencias que deberían ser abandonadas, e incluso un salvoconducto para la creencia de que podemos decir todo aquello que nos venga en gana sin que nadie nos lo impida.

Creo que aquí viene algo que nos debemos apuntar en nuestro decálogo de “buen opinador” como punto uno.

El filósofo habla como de “tres partes o aspectos” de la opinión:

La “opinión” incluye tanto afirmaciones subjetivas (como los gustos personales y las preferencias) como aquellas cuestiones que afectan a un número amplio de personas (como la política) e incluso temas para los que se precisa un conocimiento experto, como la ciencia. Comenta Strokes que sería absurdo querer impedir el primer grupo de opiniones (los gustos y las preferencias)…  pero eso no nos debería llevar a creer que el segundo y el tercer tipo de opiniones son irrefutables e indiscutibles.

Un ejemplo simplista, creo que todos tenemos derecho a opinar si por ejemplo, el último disco de Morrissey o de Rosalia nos parece bueno o malo.. esto es algo totalmente personal y que no ha de llevar a discursión. Si algo te gusta, estás en tu derecho de decirlo. Otra cosa es que le importe a alguien.

Sin embargo, si yo me pongo a opinar sobre la conveniencia o no de vacunar a nuestros niños, entro en un terreno en el que cuestiones políticas e ideológicas se ven afectadas, y que deberían tener cierto respaldo científico.

¿Soy yo alguien para cambiar la ideología de nadie?: NO.

¿Soy un experto con una opinión contundente y contrastada sobre la conveniencia de la vacunación?: NO.

Por lo tanto, ¿necesita verdaderamente el mundo mi opinión?

Pero dejo abierta la puerta al debate. Si yo confío en la comunidad científica y médica, y esta me dice que no hay que renunciar a los programas de vacunación, ¿puedo opinar que me parece estúpido no seguir esos programas de vacunación?, ¿Es necesaria mi opinión para reforzar lo que considero correcto y contrarrestar lo incorrecto?

Es complicado, ¿verdad?, creo que esto lo podríamos resumir en que seguramente aunque nos sintamos en la necesidad de opinar 10 veces al día sobre cuestiones y temas diversos, hagamos un esfuerzo por sacar a la luz una única opinión diaria, por ejemplo, que afecte a una cuestión personal o sobre algún contenido donde realmente seamos capaces de aportar nuestra experiencia o criterio.. desechemos las otras!

Hay un artículo firmado por Pablo Mena, llamado muy acertadamente “Opinar por opinar” con el que estoy de acuerdo en general, pero en particular en una parte:

Honestidad es asumir la ignorancia propia y limitarse a opinar de aquello de lo que se tiene conocimiento

Es mucho más coherente mantenerse en el papel de espectador en las cuestiones que no se tiene dominio en lugar de tomar partido, por la simple necesidad de sentirse protagonista.

De hecho, ni tan siquiera la mayoría de temas demandan un juicio de valor. En los que sí, Jorge Luis Borges decía que «uno debe tratar de no tener razón», en tanto que el empeño en tenerla tan sólo denota ofuscación… también me remito a mi podcast dedicado a los Cabezones y las lindes infinitas a este respecto… 😉

También creo que debemos de saber y conocer el entorno en la que nos expresamos, con mayor o menor conocimiento del asunto. Pienso que hay dos modos de opinar, uno más invasivo y polémico, que es el que yo creo que deberíamos limitar seriamente, y otro modo de opinar más suave y libre.

Me explico: si yo quiero expresarme, quiero dar la turra sobre algún tema o quiero intentar convencer al prójimo de las cosas buenas y las malas, tengo la opción de, por ejemplo, grabar un podcast o mantener un blog personal con mis reflexiones. De esta manera, no invado a nadie, no asalto con mi visión del mundo, el que quiera, es libre de escucharme o leerme, y yo ya estoy satisfecho con la publicación de esas opiniones. Esto puede ser un buen ejercicio, y “entre comillas” no molestamos a nadie.

Sin embargo, ya sabéis todos que hay opinadores mucho más incisivos e invasivos, que son los que a mí particularmente no me gustan. ¿Por qué no decirlo? no me gustaría llegar a ser de ese tipo de opinadores. Esos que entran en todas las publicaciones de los periódicos en las redes sociales para decir “está bien o está mal”, esos que comparten artículos continuamente de cosas que ellos consideran ciertas, esos que nos echan en cara actitudes o formas de pensar, esos que sostienen criterios o teorías científicas con menos conocimiento que un nabo.

¿realmente pensáis que el mundo necesita vuestras opiniones?

Como decía al principio, nos están continuamente invitando a opinar: “cuéntanos qué te parece”, “déjanos tu reseña en Google”, el correo automatizado de Amazon para invitarnos a dejar nuestra opinión sobre la compra que acabamos de realizar…

Esas nuevas formas de opinar, hay que reconocer, ofrecen una utilidad al resto de la sociedad sobre la conveniencia de visitar un restaurante o comprar una bicicleta. Pero claro, estas opiniones, salvo los que hacen alguna trampa, si están fundadas en una experiencia real y personal sobre el servicio o producto.

Yo creo que todos sabemos diferenciar esos momentos donde las opiniones son libres.

Las fundadas, las infundadas, las absurdas, las tontas… y donde permitimos que nos las cuenten. Qué sería de esas reuniones de amigos, que serían de esas cenas regadas con buen vino, que serían de esas quedadas en los bares, sin las grandes opiniones de sus participantes.. esas reuniones en torno a la amistad o las familias donde se opina de política, de religión, de sociología, de medicina, de ciencia.. sin problema .. esas opiniones de tu cuñado sobre todo, esas absurdeces .. ese arreglar el mundo .. ese, si “yo mandara”..

Pero bueno, yo creo que todos tenemos claro que no son opiniones “invasivas”, son entornos donde nosotros consentimos la conversación y donde el criterio y la sabiduría sobre los temas no son estrictamente necesarios.

Fuera de esos contextos “desenfadados”, cuando alguien da una opinión nos plantea su punto de vista, algo subjetivo, su visión personal sobre un asunto, que puede estar o no documentada, si es así, mucho mejor.. pero ¿cuál es la delgada línea entre darnos una opinión y darnos un consejo? .. porque muchos opinadores sociales no opinan, sino que intentan evangelizarnos con sus parrafadas.. aconsejan, desaconsejan .. incitan a que hagas o dejes de hacer algo.

La psicóloga Sofía Veses Cabezas, a través de su blog le daba vueltas al asunto..

 … Cuando alguien nos da un consejo, ya no se habla de un punto de vista, sino más bien de un cómo hacer  o no hacer algo, cuál es nuestra mejor forma de proceder.

Creo que los consejos no se pueden dar si previamente no se nos ha solicitado, hay que ser elegante en las formas y, una vez más, no ser invasivo.. respetar el espacio..

Concluye esta psicóloga que es mucho más respetuoso decir “ yo en tu situación y habiendo escuchado tus circunstancia haría….”, que “ yo lo que haría es…”, por muy amiga que sea la persona que nos ofrece “su consejo” o venga de la persona que más nos quiera en el mundo,  ya que esta segunda expresión nos puede condicionar a tomar un camino que no era el elegido por nosotros, que ni tan siquiera estaba en nuestras opciones, pero que quizá por el hecho de venir de alguien que nosotros creemos con potestad para poder hacernos tomar un rumbo, le hacemos caso, y lo ponemos en práctica.

 

Es inevitable encontrarnos con múltiples opiniones a lo largo de nuestro día a día.. en redes sociales, en la cola del supermercado, en la sala de espera del dentista.. gente resolviendo mágicamente el paro, acribillando tímpanos con las andanzas de los políticos, montando tácticas milagrosas para hacer que su equipo llegue a primera división.. es inevitable, como digo.. por muy cautos y comedidos que nosotros nos volvamos, el mundo opina.. en un amplio porcentaje de las ocasiones sin sentido, pero opinar, opina..

.. y si no podemos luchar contra ello,

¿Qué podemos hacer para ser más tolerantes con los opinadores y los cuñadismos?

Hay expertos que hablan de que lo principal es no tomarse de manera personal la opinión de otra persona. Si alguien opina sobre algo, no quiere decir que esté contra ti.. aunque te chirríen los oídos con lo que escuchas, no va contigo.. dejalo pasar..

Esto algo muy común cuando las personas hablan de temas como la política y las religiones, lo más importante es entender que si bien puedes seguir lo ideales de un grupo, no significa que eso te haga enemigo de aquellos que no lo hacen.

Cuida tus expectativas.. no todo el mundo piensa como tu, asúmelo..  Date cuenta que si es difícil para ti aceptar las opiniones de los demás, quizás es porque esperas que todos estén de acuerdo contigo todo el tiempo… Cuida tu ego y no te creas superior a los demás por tu forma de pensar .. esto, que suena casi como un poco tonto decirlo, es más necesario de lo que parece.

Cada cual tiene sus razones para pensar de una manera específica

Si consideras que esa persona no se ha documentado suficiente o no conoce la realidad sobre un tema en específico, compártele información de manera educada y delicada, pero que eso no te cause un malestar, de nuevo, no te lo tomes a personal… por muyyyyyy cafre que sea o te parezca lo que diga.

Si ponemos todos un poquito de nuestra parte, bajaremos la media de opiniones por día en nuestro universo particular.

Seamos sensatos. Tengamos un poco de mano izquierda y derecha. Insisto en que deberíamos opinar menos y de manera más acertada. Escojamos bien nuestras opiniones. Que sean pocas y buenas.. quitemos basura..

Pensar antes de hablar. Callar si no se sabe. Preguntar si es necesario. Escuchar de corazón..

 

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